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El Trovador conquista a los culiacanenses
El Trovador llegó este domingo a la tercera función con una puesta en escena que conquistó al público culiacanense.


Con una producción cien por ciento mazatleca, la primera de las cuatro óperas programadas para la temporada otoño-invierno del Festival Cultural Mazatlán 2017, logró colocarse entre los grandes eventos de la cartelera del Festival Cultural Sinaloa.

El  espectáculo operístico corrió el telón del Teatro Pablo de Villavicencio en una función a beneficio de los damnificados por el reciente sismo que afectó la Ciudad de México y otras ciudades del País.

Con este noble fin, el público donó alimentos, productos de aseo personal y otros artículos de primera necesidad; a cambio recibió del Instituto Sinaloense de Cultura, los boletos para disfrutar la función.

Dolor, odio, venganza, injusticia, sientan sus reales en ésta monumental obra que encumbró en la fama a su compositor Giuseppe Verdi y que Cultura Mazatlán decidió producir y estrenar en esta temporada.

Durante dos horas y media la obra verdiana sacude las emociones del espectador y lo lleva de la exaltación al sobrecogimiento y a la aceptación de que 164 años después del estreno de El Trovador, el ser humano sigue dominado por el espíritu destructor de las bajas pasiones vigentes en la sociedad de todos los tiempos.

El maestro Enrique Patrón De Rueda dirigió con precisión a la  Camerata Mazatlán y  músicos de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes que lograron interpretar una partitura impregnada de emotividad, vitalidad y belleza musical.

El correcto acompañamiento coral dejó sentir arduas horas de ensayos del Coro Guillermo Sarabia, bajo el mando de la maestra Martha Félix y el Coro Taller de la Ópera que conduce  Alejandro Miyaki.

Los roles protagónicos recayeron en el tenor César Delgado; quien con su voz voluminosa y energía dramática dio vida a Manrico, un trovador que arrastra una tenebrosa y dolorosa historia familiar marcada por la injustica y la venganza.

En su tierra natal Carolina Wong, afrontó con temple el papel de Leonora, mujer soñadora y enamorada.  A través de su canto agudo, la joven soprano  conmovió con un personaje que sin merecerlo,  se ve atrapado en las funestas circunstancias que envuelven la vida de Manrico, el hombre al que ella ama.                 

Con voz robusta y  fuerza expresiva la mezzosoprano Rosa Muñoz tuvo la fortuna de interpretar a la gitana Azucena, personaje central que aporta vigor y dramatismo a la historia a través de su brillante desempeño  escénico y vocal.

El barítono Ricardo López  personificó al Conde de Luna (militar y enamorado), quizás el personaje más desdichado de la trama pues no logra casarse con Leonora;  ella prefiere quitarse la vida antes que traicionar su amor por Manrico,  y como si eso fuera poco,  al final queda vivo y tiene que sufrir el dolor de ver morir a todas las personas que ama.

Mario Canela, como el Viejo gitano,  Martha Llamas como Inés; Alejandro Hernández como Ruiz, y Eduardo Tapia, en el rol del mensajero estuvieron a la altura en sus interpretaciones.

Oswaldo Martín del Campo en la dirección de escena utiliza escaleras blancas que van llenando el espacio escénico durante el desarrollo de la obra, lámparas, motos, cambios de iluminación y otros accesorios de utilería para dar un carácter atemporal a la historia.

Al final,  el público se puso de pié y regaló prolongados aplausos y vítores al elenco que participó en esta producción apoyada por el ISIC.